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La economía del conocimiento ha dejado de ser un concepto teórico para convertirse en el motor real de la competitividad empresarial.

En un mundo donde el valor ya no reside únicamente en los activos físicos, sino en el talento, la creatividad y la capacidad de innovar, la inversión en intangibles se ha vuelto imprescindible. Sin embargo, muchos sectores, especialmente el cultural y el creativo, aún no han integrado plenamente este enfoque, lo que limita su capacidad de crecimiento y diferenciación.

Los intangibles como motor de crecimiento

Los países que han apostado decididamente por la economía del conocimiento han visto aumentar su productividad y sostenibilidad a largo plazo. La inversión en activos intangibles como I+D, software, formación, propiedad intelectual y digitalización no solo impulsa el crecimiento empresarial, sino que también fortalece el tejido económico y social.

En España, sin embargo, la inversión en intangibles sigue por debajo de la media europea. Este déficit es especialmente notable en sectores estratégicos como la cultura y las industrias creativas, que dependen en gran medida del talento y la innovación. Para cerrar esta brecha, es esencial adoptar estrategias que prioricen la capacitación del capital humano, la transformación digital y la protección del conocimiento como activo clave.

La inversión en activos intangibles se ha convertido en el principal indicador de la competitividad de las economías avanzadas. Países como Estados Unidos, Suecia o Alemania han comprendido que el crecimiento sostenible ya no depende exclusivamente de infraestructuras físicas o de manufactura tradicional, sino de la capacidad de generar, gestionar y transformar el conocimiento en valor económico y social. En este sentido, destacamos que la inversión en intangibles 1 es un factor clave en el aumento de la productividad y la resiliencia empresarial a largo plazo.

Los activos intangibles abarcan un amplio abanico de inversiones estratégicas, entre ellas:

  • Investigación y desarrollo (I+D): fundamental para la creación de nuevos productos, servicios y modelos de negocio, asegurando la diferenciación en mercados cada vez más globalizados.
  • Software y digitalización: permite optimizar procesos, mejorar la eficiencia operativa y facilitar la conexión con clientes y proveedores en entornos digitales.
  • Capital humano y formación: el talento es el principal activo de la economía del conocimiento; invertir en capacitación y actualización profesional es esencial para mantener la competitividad.
  • Propiedad intelectual y derechos de autor: proteger la innovación y la creatividad garantiza que las empresas puedan capitalizar sus desarrollos y diferenciarse en el mercado.
  • Estrategias de marca y diseño: elementos clave para la diferenciación y la generación de valor añadido en productos y servicios.

La brecha en la inversión en intangibles

A pesar de la importancia creciente de los intangibles, seguimos por debajo de la media europea en este tipo de inversión. Mientras que países líderes destinan un porcentaje significativo de su PIB a activos intangibles, se ha mostrado un crecimiento más lento y desigual, especialmente en sectores estratégicos como la cultura y las industrias creativas.

Esta brecha tiene varias causas:

  • Menor inversión privada en I+D: las empresas españolas, en general, destinan menos recursos a la investigación y el desarrollo en comparación con sus homólogas europeas.
  • Baja digitalización de sectores clave: muchas pymes y empresas culturales aún no han integrado plenamente herramientas digitales en sus modelos de negocio.
  • Falta de estrategias de formación continua: el reciclaje profesional y la capacitación en nuevas competencias digitales aún no están suficientemente extendidos.
  • Escasa protección de la propiedad intelectual: en sectores creativos, la falta de estrategias para monetizar y proteger el conocimiento limita su potencial de crecimiento.

Cerrar la brecha: estrategias para el futuro

Para avanzar hacia un modelo basado en la economía del conocimiento, es necesario adoptar estrategias que prioricen:
La capacitación del capital humano, fomentando la formación en habilidades digitales, creativas y estratégicas.
La transformación digital, promoviendo la adopción de tecnologías emergentes y herramientas digitales en todos los sectores.
La protección y valorización del conocimiento, asegurando que la propiedad intelectual y los derechos de autor sean parte de la estrategia empresarial.
El fortalecimiento de la colaboración público-privada, impulsando políticas y programas que incentiven la inversión en innovación.

Sin una apuesta clara por los intangibles, la brecha de competitividad con otras economías avanzadas seguirá ampliándose. Las empresas y profesionales que integren estos activos en su estrategia no solo garantizarán su sostenibilidad, sino que podrán liderar la transformación en sus respectivos sectores.

Innovación y cultura: una estrategia integral

La innovación es un concepto que a menudo se menciona, pero pocas veces se comprende en su totalidad. No se trata únicamente de tecnología, sino de nuevas formas de pensar y de hacer las cosas, aplicadas a cualquier sector. En el ámbito cultural y creativo, por ejemplo, la innovación permite generar nuevos modelos de negocio, mejorar la sostenibilidad de los proyectos y acceder a nuevas fuentes de financiación.

Sin embargo, para que la innovación tenga un impacto real, debe integrarse de forma estratégica dentro del ecosistema de la economía del conocimiento. La combinación de creatividad, digitalización y gestión del talento es la clave para que empresas y profesionales no solo sobrevivan, sino que se diferencien y crezcan en un entorno competitivo en constante evolución.

La innovación es una de las palabras más utilizadas en el discurso empresarial y cultural actual, pero también una de las más malinterpretadas. Muchas veces se asocia exclusivamente con el desarrollo tecnológico, cuando en realidad se trata de un proceso de transformación que puede aplicarse a cualquier ámbito, desde la gestión empresarial hasta la producción artística o la dinamización de industrias creativas.

En el contexto de la economía del conocimiento, la innovación es el factor clave que permite convertir el talento y la creatividad en valor económico y social. No se trata solo de inventar algo nuevo, sino de encontrar formas más eficientes, sostenibles y diferenciadoras de generar impacto. Esto es especialmente relevante en los sectores culturales y creativos, donde la capacidad de innovar determina la sostenibilidad y escalabilidad de los proyectos.

Innovación en el sector cultural y creativo

El ámbito cultural y creativo ha sido históricamente un motor de innovación. Sin embargo, muchos proyectos y organizaciones culturales siguen enfrentando barreras estructurales que dificultan su crecimiento, como la falta de financiación estable, la digitalización parcial y la dependencia de modelos tradicionales de gestión. Integrar la innovación en este sector implica repensar cómo se crean, gestionan y distribuyen los productos y servicios culturales.

Algunas de las principales áreas donde la innovación puede transformar el sector cultural y creativo incluyen:

  • Modelos de negocio innovadores: La cultura no puede depender exclusivamente de subvenciones o ingresos tradicionales. Nuevos modelos como el crowdfunding, las plataformas de suscripción, la tokenización de contenidos y el uso de la economía colaborativa han demostrado ser eficaces para generar sostenibilidad.
  • Digitalización y nuevos formatos: El consumo cultural está cambiando. Las experiencias inmersivas (realidad aumentada y virtual), los contenidos digitales (streaming, NFTs, podcasts) y la gamificación permiten ampliar audiencias y diversificar fuentes de ingreso.
  • Gestión del talento y economía creativa: El capital humano es el mayor activo de la cultura. La innovación en este ámbito no solo implica formación y profesionalización, sino también nuevas formas de colaboración, redes de co-creación y estructuras organizativas más ágiles y descentralizadas.
  • Estrategias de impacto social y cultural: La innovación también debe responder a desafíos sociales. Los proyectos culturales pueden generar valor mediante enfoques de innovación social, inclusión y desarrollo comunitario, conectando la cultura con necesidades reales de la sociedad.

Integrar la innovación en la economía del conocimiento

Para que la innovación tenga un impacto real en la cultura y la economía creativa, es imprescindible que se integre dentro del ecosistema de la economía del conocimiento. Esto implica combinar tres elementos fundamentales:

1.- Creatividad como motor de diferenciación: No se trata solo de generar ideas nuevas, sino de aplicarlas de manera estratégica para resolver problemas, mejorar procesos y conectar con nuevas audiencias.

2.- Digitalización como herramienta de expansión: Adoptar tecnologías digitales permite democratizar el acceso a la cultura, generar nuevos modelos de negocio y aumentar la sostenibilidad de los proyectos.

3.- Gestión del talento como activo clave: La innovación en cultura depende de las personas. Formar, conectar y retener talento es fundamental para que los proyectos sean viables y competitivos.

En este sentido, el sector cultural tiene la oportunidad de convertirse en un referente dentro de la economía del conocimiento, siempre que apueste por la innovación no solo como un concepto, sino como una estrategia integral de crecimiento y diferenciación.

Mirando hacia el futuro: la inteligencia artificial como oportunidad, desafío, pedagogía y ética.

En este proceso de transformación hacia la economía del conocimiento, la tecnología juega un papel crucial. Entre todas las herramientas emergentes, la inteligencia artificial (IA) se está consolidando como una de las más disruptivas, con el potencial de optimizar la toma de decisiones, personalizar experiencias y aumentar la eficiencia en todos los sectores. Desde la automatización de procesos hasta la generación de contenido, la IA abre nuevas oportunidades para empresas, profesionales y creadores.

Sin embargo, su adopción también plantea retos fundamentales. ¿Cómo pueden las empresas y sectores culturales integrar la IA sin perder su esencia creativa? Más allá de su capacidad técnica, el verdadero valor de la IA radica en cómo se utiliza. Un uso responsable de esta tecnología requiere un equilibrio entre automatización y creatividad humana, asegurando que la innovación no desplace el talento, sino que lo potencie.

Además, la implementación de IA en la economía del conocimiento debe responder a principios de ética y transparencia. La toma de decisiones basada en IA debe evitar sesgos, garantizar la protección de datos y fomentar un impacto positivo en la sociedad. La pregunta clave ya no es si debemos utilizar IA, sino cómo hacerlo de manera estratégica, responsable y alineada con los valores de cada sector.

En el próximo artículo, exploraremos en profundidad cómo la inteligencia artificial está redefiniendo el tejido empresarial y cultural, qué estrategias pueden adoptar empresas y profesionales para aprovechar su potencial sin comprometer su identidad y qué principios éticos deben guiar su integración en la economía del conocimiento.

Eugenia Sanjuán | Asesora acreditada en gestión de la Innovación por ACCIÓ | Asesora empreses culturals a l’ICEC | Project Management | CEO CALTIP

Cal Tip, Asesoramiento empresarial y competencial. Desarrollo integral de proyectos de innovación y cultura | Gestión de competencias profesionales

1 Informe intangiles Cotec https://cotec.es/informes/informe-economia-intangible-2024/